Visiones de Tailandia: Chatuchak

by parapo



El mercado de fin de semana de Chatuchak se presenta como el mayor mercado de la ciudad más grande de un país convertido todo él en un inmenso bazar. Con semejantes credenciales existe la posibilidad de ser decepcionado con algo que, conocido el gigantismo de Bangkok,  solo puede tener proporciones inhumanas, inadaptables excepto para la masa. Pero Chatuchak no decepciona. Puesto en termino mensurables, Chatuchak es un pueblo-circo, una interminable sucesión de callejones con innumerables puestos. La biblioteca borgiana encuentra aquí su equivalente capitalista, pero habría que recurrir, una vez más, a Kafka, para fijar los limites metafóricos de este engendro. Pero no al Kafka convertido en epíteto recurrente de La metamorfosis o El proceso, sino al Kafka acotador de dimensiones excesivas de La construcción de la muralla china y El castillo

En El castillo, el agrimensor K (un profesional de medir inmensidades, al igual que Kafka) llega a un pueblo donde nadie le espera para ocupar una plaza que no existe, y se encuentra con una ciudad sometida al poder invisible del castillo. Hasta aquí lo kafkiano, lo incomprensible convertido en norma, el laberinto de la vida cotidiana. Pero me quedo con la imagen de K intentando alcanzar el castillo. Lo ve a lo lejos, casi a tiro de piedra, pero por más que camina no lograr acercarse, y termina, al borde del agotamiento, regresando a casa.

En La construcción de la muralla china, Kafka elabora un plan arquitectónico del infinito. No extraña que Borges colocase este cuento por encima de sus obras mayores: no podía ser de otra manera. En la China de Kafka, el emperador al que obedecen los súbditos murió hace siglos: las noticias se mueven con lentitud en la inmensidad china. La muralla, construida por trozos que nada saben unos de otros, busca protegerlos de un enemigo ya extinto. Buzzati recoge este Kafka para su novela. 

Limando los excesos de tales comparaciones, Chatuchak funciona como un reducto inabarcable donde el problema no es solo su enorme tamaño, el numero inacabable de sus callejas, sino su falta de orden, que te obliga a recorrer una y otra vez las tiendas, y la masa agolpada que impide el movimiento libre y te avoca a una lentitud que en comparación hace de la caminata de K un paseo por la playa. 

De todas sus secciones, la más impresionante para el visitante europeo es sin duda la de los animales. El número de especies de ardillas parece multiplicarse aquí, así como el de peces, todos ellos atrapados en turgentes bolsas con agua, acumuladas en el suelo, esperando un dueño o tal vez un comensal.