Archive for junio 2011

sobre un bar III

Desconozco como llegaron a la conclusión de que la mejor manera de cerrar un acuerdo o un desafío era beberse una pinta de Jäggermaister. Pero ahí estaba François dispuesto a bebérsela. Más tarde supe los términos del acuerdo. Si la información era fidedigna, se trataba de un reto en su sentido más básico, sin ninguna connotación ni relación contextual. Un "hazlo o calla" en toda regla.

Las normas incluían un dato que en un principio me pareció irrelevante: la pinta debía ser bebida en cinco minutos. Esa convención sustituyó a otra aún más inhumana: la obligación de bebérsela de un trago. La sustitución me pareció adecuada.

El reto no era sustancialmente distinto a los que cada noche se pueden encontrar en cualquier fiesta. El ambiente era otro: un bar cerrado, y el público, compañeros de trabajo, la mayoría lejanos ya de juegos semejantes y que observaban con compasión y algo de envidia.

Al final, necesitó algo más de cinco minutos y bastantes más tragos de los supuestos. Incluso diría que sobraron unos centilitros. El caso es que, como era previsible, François pasó de una rara lucidez a la borrachera más completa en unos minutos.

sobre un bar II

Recuerdo una noche de navidad especialmente dura. Los camareros se afanaban detrás de la barra en colmar las exigencias de los clientes, preocupados de no perder un solo minuto de aquella noche mágica. El continuo ir y venir de copas y billetes, de los mismos trabajadores, que corrían de un lado a otro y se chocaban en una torpe danza por momentos hipnótica. Sobre las dos de la mañana, mientras un par de rezagados terminaban de lavar los últimos vasos, Nick contaba el dinero recaudado. O más bien lo contemplaba.

Lo recuerdo vencido sobre un sillón, frente a una montaña de fajos de billetes. Cansado por el día duro y aun dispuesto a un último esfuerzo. Ahí estaba Nick, que no levanta un metro sesenta del suelo, contando el dinero, una labor por lo general satisfactoria pero convertida en un martirio triunfante.

sobre un bar I

En ocasiones, desconozco el detonante, los clientes comienzan a bailar de manera muy intensa. Tal vez se trate de una canción concreta o de la aparición de un artista celebre en los platos, o incluso de un estilo que soy incapaz de reconocer. En todo caso, no se trata de una reacción natural y espontánea.

Esta afirmación, difícil de justificar en palabras, resulta clara y rotunda al primer vistazo. Se les ve desesperados, intensos (no creo que haya una palabra mejor para describirlo). Se agarran la cabeza como si les fuera estallar. Sucede por grupos, de manera escalonada. Quieren decirnos que algo muy profundo y muy potente les está sucediendo esa noche.

Lo único real es la intoxicación, pero nos gusta verlos al borde de un colapso fingido.