Archive for junio 2006

baudelaire

¡solo por fin! ya no se oye más que el rodar de algún carruaje rezagado. por unas horas podremos poseer el silencio, si no el reposo. ¡por fin desapareció la tiranía del rostro humano, y ya sólo por mí mismo sufriré!

¡por fin! se me concede la tregua de descansar en un baño de tinieblas. lo primero, doble vuelta al cerrojo. me parece que esta vuelta de llave ha de aumentar mi soledad y fortalecer las barricadas que me separan actualmente del mundo.

¡vida horrible! ¡ciudad horrible! recapitulemos el día: haber visto a varios hombres de letras, uno de los cuales me preguntó si se puede ir a rusia por vía de tierra -sin duda tomaba a rusia por una isla-; disputar generosamente con el director de una revista que, a cada objeción, contestaba: "aquí sólo trabajan hombres honrados", lo cual implica que los demás periódicos están redactados por canallas; saludar a unas veinte personas, quince de ellas desconocidas; repartir apretones de manos, en igual proporción, sin haber tomado la precaución de comprar unos guantes; subir, para matar el tiempo, durante un chaparrón, a casa de cierta acróbata, que me rogó que le dibujara un traje de venustre; cortejar al director de un teatro para que, al despedirme, me diga: "quizá debiera dirigiéndose a Z...; es, de todos mis autores, el más pesado, el más tonto y el más célebre; con él podría usted conseguir algo. háblele, y ya veremos"; jactarme -¿por qué?- de varias acciones viles que jamás cometí y negar cobardemente algunas otras fechorías que llevé a cabo con gozo, delito de fanfarronería, crimen de respetos humanos; rehusar un sencillo favor a un amigo y dar una recomendación escrita a un perfecto estúpido. ¿habré terminado?

descontento de todos, descontento de mí, quisiera rescatarme y cobrar un poco de orgullo en el silencio y en la soledad de la noche. almas de los que amé, almas de los que canté, fortalecedme, sostenedme, alejad de mí la mentira y los vahos corruptores del mundo; y vos, señor, dios mío, concédeme la gracia de producir algunos versos buenos, que a mí mismo me prueben que no soy el último de los hombres, que no soy inferior a los que desprecio.

cada noche, a la una de la mañana, antes de que me venza el sueño, me tumbo desnudo sobre la cama y leo algunos versos de El spleen de paris. entre los múltiples placeres de la lectura está aquel de identificar a tus iguales - o mejor: encontrar en las páginas de los grandes pasiones similares a las que fatigan tus insignificantes días.

recontra

hace mucho tiempo, cuando los hombres aún sufrían una extrema pobreza, a veces podía suceder que las mujeres mataran, nada más nacer, a aquellos hijos suyos junto a los que, de otro modo, hubieran muerto de hambre. por cada niño muerto se fabricaba un kokeshi -que significa "desaparecer un niño"-, para que los hombres jamas olvidaran que habian sobrevivido a costa de aquellos niños.

esto le contó una anciana japonesa a su nieta, la poetisa yoko tawada, cuando no era sino una niña. años después recordó la anécdota y la reprodujo en uno de sus libros, que fue leido por thomas h. macho. a su vez, macho se lo enseñó a peter sloterdijk, que lo volvió a transcribir en su libro En el mismo barco, donde yo lo he leído.


con ese juego de citas de citas podriamos intentar agotar la humanidad entera, y conseguir que un mismo fragmento fuese renombrado y aludido al menos una vez por cada persona viva hasta convertirlo en verdadera sabiduria popular. y para evitar que la farsa se hiciese infinita alguien dictaría la siguiente norma: que si por azar o destino el texto llegase a ser citado, una vez más, por su propia autora, se terminaría el juego.

vamos

aunque la feria de córdoba ya terminó, si me subo a la azotea y a pesar de la distancia aún puedo sentir el rumor de las casetas.


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