el samurai entrópico
"no seré", me dijo en la rada, unos segundos antes de subirse al catamarán, "ni el primer ni el último lanzador de boomerangs que finja su propia muerte. y como todos ellos lo haré de la forma más elegante posible, sin alardes".
recuerdo con viveza cada palabra y cada gesto de aquella tarde-noche. ojalá me hubiese llevado con él.