Archive for marzo 2009

me comentaron que en las afueras de la ciudad existe un criadero de simios (esa ha sido exactamente la nomenclatura que han utilizado: criadero de simios. hubiese preferido corral de monos, o un menos exótico y preciso tienda de mascotas. la primera fórmula me resulta demasiado explícita, casi científica. deja muy claro que en aquel lugar no venden animales de compañía sino sujetos para experimentación). le he escrito un e-mail al dueño preguntándole por el precio de un mandril. su respuesta ha sido lacónica y brutal: tan solo un par de fotografías que me han helado la sangre y que han terminado de quitarme las ganas de comprar el mono.




homenaje a jade goody

véndelo todo, dale lo que piden. es ingenuo pensar que los que te odian son personas diferentes de los que compran tu carroña. espero la fotografía de tu cremación, el tuetano fundido filtrándose por las grietas de tus huesos quemados, el olor a barbacoa de la incineradora. y espero que tus hijos sigan tu ejemplo y lo vendan todo, los dientes de leche bajo la almohada, la primera regla, las violaciones y la cocaína. ellos los estarán esperando, con su dinero y su odio. es un buen negocio.

un estructura necesita de contradicciones para sostenerse. un precario equilibrio de cargas y fuerzas, de opuestos. el puño que te golpea termina abriéndose, ofreciéndote un fajo de billetes. deja pues que te masacren. el dolor que sientes lo inventaron ellos, porque les aterroriza que hayas aceptado el trato. todo el peso del acuerdo reposa sobre tus hombros, eres tú la que decide cuánto y por qué: ellos solo tienen dinero. y rezan para que no aguantes, para que cedas a su moral, a su condescendencia. 

tú ya estás muerta y no te incumbe, pero el trato tiene una parte amarga: ellos no olvidan. terminarán haciendo pagar a alguien por tanto atrevimiento.

un estruendo de gritos y disparos lo sacó su ensimismamiento. "ya están otra vez", se lamentó. lentamente, en silencio, se acercó a la ventana, desde donde pudo ver como un grupo de ladrones acorralaban a un chico de no más de quince años. tras saquearle los bolsillos y arrancarle las joyas, uno de los ladrones, aquel al que llamaban Genet, sacó una pistola de su chaqueta y disparó al chico en la cabeza. en ese momento volvió el rostro y su mirada encontró la del coronel, que pudo ver por primera vez su sonrisa desdentada. 

el tema de los rituales

cada noche, antes de dormir, ejecuto un ritual de buena suerte. repito los mismos movimientos y gestos con la máxima fidelidad posible, y pronuncio las palabras adecuadas sin error. cada mañana despierto vivo, y esa es la prueba de que mi ritual funciona. a veces, sin querer, introduzco una variante nunca vista, un gesto ligeramente más abierto, una mínuscula diferencia en la articulación de alguna de las palabras que forman parte del rito. estos errores, sin embargo, no lo invalidan. al contrario, intuyo que lo refuerzan, pues bien es sabido que un ritual sencillo puede confundirse con el azar, y la complejidad significa siempre consciencia. cada error, por lo tanto, se añade al rito y se repite al día siguiente, y cada día que pasa el proceso se alarga un gesto más, otro fonema que se solapa con el anterior.

propuesta para un nuevo autobus

una tarde comprendió que un autobus de dos pisos era peligroso y excesivo, y, como nunca había visto uno completamente lleno, también inútil. argumentó que más valdría suprimir la segunda planta, pero se dio cuenta de que así tan sólo lograría privarle de todo su tradicional encanto. proyectó entonces otra posibilidad: crear un autobus más corto, conservando la doble planta pero reduciendo a la mitad su longitud.


el último inconveniente, la falta de estabilidad de la nueva criatura, fue solventado por una de esas pequeñas ruedas de bicicleta antigua.

en el centro del salón, cada uno expuso su interpretación de los hechos. como eran personas educadas, intentaron adaptar su versión a la del resto, y a fuerza de matizar sus palabras, de introducir explicaciones hasta ese momento irrelevantes, encajaron las tres opiniones creando una misma y única que abarcaba a todas y que podía ser defendida por cada uno de ellos como si fuera propia. volviendo a casa, dieron un nombre a esa versión común: la llamaron "koiné amistosa", y después la olvidaron, pues la opinión que cada uno de ellos sostenía era en realidad otra muy distinta. 

tres

i. se pone nervioso mientras habla. le pagan por ello: es un locutor deportivo.

ii. riñe a la sociedad. le avisa de su mal comportamiento, como si fuese su padre. es un intelectual.

iii. dice cosas extravagantes e increíbles que podrían ser verdad. es un humorista.