Visiones de Tailandia: Sastres

by parapo


Dentro de mi imaginario, el sastre es,  por encima de todo, una persona a la que Manuel Vázquez debe dinero, y de la que huye. Porque antes siquiera de saber a qué se dedicaban, o de conocer las particularidades y connotaciones de vestir ropa de sastrería, yo ya me había hartado de ver a Vázquez huir de sus sastres en los cómics de Superhumor.

Nunca he ido a un sastre, y no me parece improbable pensar que nunca llegue a hacerlo. En Tailandia, en todas las ciudades que he visitado, una legión de ellos me han ofertado sus servicios. A mi, un objetivo tan dudoso, vestido siempre con camisetas, sucio y con mi mochila a cuestas. Y no solo a mi, sino a cualquier occidental que pase por ahí, como si no ser tailandés lleve consigo la marca del cliente potencial, del buscador se trajes a medida. Entiendo, aunque en el fondo maldigo, al buscador de gangas: los trajes aquí, supongo, son muchos más baratos que en occidente. Pero esta oferta hipertrofiada, omnipresente, este continuo acoso por parte de sastres voraces... 

Constituye un trágico equívoco tailandés el considerar al occidental ya no solo como una billetera con patas, sino como un fashionista irremediable que no puede dar un paseo a cualquier hora del día, en cualquier compañía y estado, sin verse atraído de manera inexorable a meterse con un desconocido en una habitación para que le hagan un traje a medida.