Zine V: dinámica

by parapo

A rasgos esquemáticos, el devenir del grupo tiene tres momentos decisorios: la muerte, la aparición y el cambio.

1) La muerte. La muerte da el pistoletazo de salida, pero no se presenta aislada. Habrá más muertes. Muchas, crueles, o pocas y significativas. En algún momento, uno de los miembros fundadores del grupo morirá o será zombificado (momento este que suele ser elegido para confirmar la ruptura completa. No será el único momento en el que la ruptura, ya pasada, regrese en busca de postulados más sólidos). El guionista se juega el éxito y el fracaso de su propuesta en esta muerte trascendente de un protagonista. Antes y después, otros personajes secundarios cesarán del grupo. Intentar que la carne de cañón logre relevancia agregará sustancia al relato, pero puede llegar a banalizar la caída de un verdadero personaje principal. Es un juego de contrapesos, de crueldad.

Pero la muerte puede ser importante también en el bando zombie. Existe una figura rara que aparece de cuando en cuando: el zombie sentimental. Matar zombies se convierte con el tiempo en una labor casi rutinaria, pero siempre puede aparecer un zombie especial: el zombie de tu esposa, el de tu hijo, el zombie maestro al que siguen los demás, o un zombie simbólico, el presidente de los Estados Unidos o un actor famoso. Su muerte tendrá consecuencias también en el verdugo. Es el estadio definitivo de confirmación de la ruptura, su sublimación: si has matado a tu padre zombie ya nada tiene sentido. La civilización, definitivamente, ha terminado. Para acelerar la anulación de la duda, no es infrecuente colocar al zombie sentimental al comienzo del relato.

2) La aparición. El zine no se cansa de recordarnos que en el apocalipsis zombie, el ser humano puede jugar un papel tan peligroso o más que el del propio monstruo. Caníbales, grupos paramilitares o vulgares rateros… el mundo se ha tornado peligroso. La ruptura ha sido para todos, y resulta difícil de asimilar. Ante la aparición de un nuevo personaje, la principal respuesta del grupo es la desconfianza. No es un tema banal: ese nuevo personaje suele traer consigo el desastre o la victoria. Una vez más, importa sobremanera el comportamiento del grupo por encima de la decisión final que se tome con el recién llegado (una decisión que, no puede ser de otra manera, será siempre afirmativa. Con todas las reservas del mundo e incluso con miedo, el extraño será acogido).

La aparición suele dar paso al cambio, que funcionará sin remedio como detonante del inminente fin del grupo.

3) El cambio. En un momento dado, uno de los personajes cambiará. Hay ejemplos de todo pelaje: el policía que pierde la razón, el padre de familia que decide que sus hijos precisan de otro tipo de grupo, el fanático que busca la redención, o el simple hipócrita, el egoísta que abandona el grupo en el peor momento y con fatales consecuencias. El cambio lleva a la disolución, y se coloca como clímax de injusticia: ya no hay lugar para que la situación empeore. Es hora de terminar.

Existe una excepción triunfante: el cambio a positivo. No es inhabitual contar con un antiguo recluso entre las filas del grupo, un malvado o un personaje recién llegado y aún inédito. Un cambio a positivo, la conversión de un secundario negativo o neutro en héroe, carga la historia de la épica necesaria para alargar el metraje. Este cambio a positivo es también inmediatamente anterior a la disolución, pero no la provoca.