Sobre el lavado de manos

by parapo

A través de The Nurse he tenido conocimiento de ciertas políticas del Royal Brompton Hospital relativas al lavado de manos. Un asunto banal que al parecer adquiere importancia capital en la batalla contra el virus MRSA.

Por descontado, es preciso lavarse las manos antes de entrar en cada habitación. Esta obligación continua, que ya parece rigurosa, es en realidad el escalón más bajo, el estándar mínimo de todo el proceso. Hay botellines de aceite desinfectante al lado de cada puerta, hay pilas en cada habitación... las manos están limpias.

En una sociedad menos jerarquizada el asunto podría terminar ahí. Pero no es suficiente, en absoluto. Es preciso cubrir las paredes con gráficos de buena praxis en cuanto al asunto de lavarse las manos. La forma de hacerlo, las zonas más vulnerables, la más recónditas y difíciles de pulir.

La cosa se vuelve rara. El proceso ha quedado claro, pero necesita supervisión. Existen auditorias aleatorias, personas encargadas, de hecho, de vigilar y apuntar los errores en los lavados de manos. El último estadio en este loco descenso a los infiernos de lo sistemático me ha sido comunicado hoy.

Esta mañana The Nurse ha hecho una demostración práctica ante una supervisora. Se ha lavado las manos mientras era observada. Este nivel ínfimo de confianza, esta necesidad de reafirmación absurda, geometría aplicada a los aros de humo, no nace de un ansia de perfeccionismo, sino de la necesidad de cubrir cada hueco del proceso sanitario, acorazar el sistema para que sea invulnerable, para que, pase lo que pase, una última red de seguridad (un protocolo perfectamente apuntalado) evite, incluso en la tragedia, ser denunciado.

Pero en este mundo terrible también hay momentos para el humor. Tras observar un ejemplo de cómo hay que lavarse las manos correctamente, me he dado cuenta de que seguramente yo habría suspendido esa prueba.