Visiones de Tailandia: Tickets

by parapo


En todos los autobuses de Bangkok existe la figura, ya olvidada en España, del revisor. Generalmente mujer, se encarga de cobrarle el billete a los nuevos pasajeros. Por complicado y caótico que resulte a veces, el control sobre el pasaje es total, y nunca piden el dinero dos veces a la misma persona, así como no dejan a nadie sin pagar. Pero lo fascinante de estas mujeres no es solo su vertiginosa memoria, sino la manera de cobrar y ofrecer los tickets. Se valen de una caja de forma cilíndrica, que sirve para varias cosas y cuyos secretos me resultan difíciles de explicar. Su uso evidente es el de conservar el dinero y los tickets aún por vender, pero no se trata solo de eso. De hecho, tan solo guardan allí las monedas. Los billetes los conservan fuera, plegados en forma de lazo y acumulados entre los dedos que sujetan el cilindro. El pliegue, transversal y antinatura para un billete, se hace con la misma caja: se cierra sobre él y se usa de guía para doblarlo. De esta misma manera también se cortan los tickets, originalmente bajo la forma de largos rollos. Y no acaba ahí: esta complicada manera de manipular el papel sirve también para validar los tickets ya cortados, haciendo pequeñísimas escisiones en sus minúsculas esquinas. Todo ello se hace a una velocidad mareante. El cilindro de abre y se cierra con rapidez, billetes y tickets quedan atrapados en sus filos mientras la mano experta sube y baja a lo largo del cilindro, plegándolos, cortándolos, entregándolos o acumulándolos sin error. El caos de Bangkok ha convertido una profesión sencilla en un oficio solo para iniciados.

(Me siento inútil a la hora de describir la secuencia completa. Una labor tan física es imposible de poner en palabras sin hacer del texto un farragoso ejercicio de minuciosas y matizadas digresiones).