El lenguaje animal

by parapo

Mirando al perro he estado pensando en el equivocado camino que eligió su especie en esta cosa de la evolución. Sin duda erraron. La mano prensil, uno de nuestros más apreciados órganos, aparece en ellos en forma de romas y estériles garras, que usan para hacer agujeros o sujetar de manera muy precaria objetos simples. De hecho, en un sentido pragmático, su verdadera mano es la boca. No es una novedad, nosotros también pasamos por ahí. Pero noto una nula intención de probar cosas nuevas. Han asumido con fervor el escaso uso de sus garras y la obligación de agarrar los objetos con la boca. No parece que nada vaya a cambiar en un futuro remoto. Su naturaleza eligió ese callejón sin salida, la forma perro, sin duda elegante y apreciada por los humanos, pero inferior, incapaz de alcanzar una forma primitiva de civilización. 

Los monos son otra cosa. Incluso el más acérrimo opositor a la teoría de la evolución debe verlo. Los monos son un espejo al pasado, la única clase de historia real a la que tenemos acceso. Una historia lejana y dudosa, pero vívida en sus detalles. El camino del mono tal vez no haya terminado. Quién sabe qué será de ellos de aquí a un par de millones de años. 

Me los imagino hablando. Conversar con un animal sería la única manera posible de entender de una vez por todas nuestro sistema de valores, nuestra ética más pura. Pero el lenguaje no garantizaría una conversación posible, y más en estadios tan lejanos como la forma mono es para un ser humano estándar. 

Los monos necesitarían miles de años para enriquecer conceptualmente su recién aprendido lenguaje. Al principio, aunque hablasen, serían una panda de gilipollas. Y ésa sería su perdición, dejar de ser animales y convertirse en pequeños imbéciles. El mono se convertiría en un ser proscrito, una entidad no humana, una opinión diferente y polémica, torpe y arbitraria. Cualquier aprecio de tipo estético a un segundo plano. Sería un enemigo, tal vez inocuo, pero siniestro y, paradójicamente, antinatural.