Visiones de Tailandia: Hacer Laos

by parapo

Mientras volvía al hotel de la sesión de fotos bajo la lluvia en la playa de Prang Nang, me encontré una pareja de vascos que enseguida me detuvieron para hacerme preguntas, pues acababan de llegar a Railay y todavía no se habían situado. Se encontraban en la falda del ascenso a lago, y dudaban si intentar alcanzar la cumbre o dejarlo para otra ocasión. Tras desanimarlos convenientemente, comenzamos a intercambiar historias sobre nuestros días en Tailandia. Era una pareja casi humorística, que se alternaba en la conversación y se apostillaba el uno al otro con gracia y retranca. En cierto momento, tras explicarles que, por asuntos del visado, tendríamos que cruzar la frontera a Laos, la chica me dijo: “¿entonces también vais a hacer Laos?”. Reconocí en seguida la repulsiva expresión: hacer Laos es lo que dice alguien que contempla el mapa del mundo como una plantilla vacía pendiente de colorear. Hacer Laos, pasar por allí y fotografiarse delante de sus monumentos más insignes para por fin marcarlo en el mapa: ya estuve allí e hice lo que había que hacer. 

Pese a todo, no se trata del espécimen de turista más desnaturalizado. Existe otra tipología que mira al globo terráqueo como una suerte de conjunto de rutas prefijadas con un nombre y un precio: Maravilloso MediterráneoAtenas e islas griegasChina milenaria (no confundir con China mística, casi 400 euros más barata pero con hoteles de segunda categoría). Estas rutas, algunas transnacionales, se complementan unas a otras, y no es infrecuente escuchar: “hemos hecho Mágica Constantinopla y nos encantó. El próximo verano queremos hacer Capadocia e islas griegas”.  Pero volviendo a la chica vasca, me tengo que reconocer en su misma categoría. Sí, haremos Laos. Si hay algo en lo que me diferencio de ella es en un asunto tan trivial como el uso del lenguaje, y nada más.